Por años me ha impresionado la cantidad de voluntarios que dedican tiempo y energías a Casa Pueblo. No puedo dejar de preguntarme cómo lo han hecho... qué es lo que tiene Casa Pueblo... cómo dan con los mejores recursos humanos y cómo es que los enamoran hasta integrarlos a cada latido de su existencia.
Y justo hace seis semanas, cuando recibí un imprevisto mensaje de texto de Arturo Massol Deyá, di con la respuesta que tanto buscaba: “Separa el sábado 18 de agosto. Bloquea que te tocará trabajar en Adjuntas. No como periodista. Presentarás mi libro”.
¡Y así resolví el enigma! ¡Así es que Casa Pueblo recluta a sus voluntarios! ¡De forma espontánea y altruista! ¡Gracias Arturo por iluminar nuestro camino!
Lo admito. Acepté su invitación, no porque no tuviera otro remedio o porque Arturo me amenazara con enviar a casa a los mismos policías que lo detuvieron en la plaza. No. No ocurrió así.
Acepté la invitación porque es, en efecto, un extraordinario honor ser quien esté ante ustedes -y en especial ante Tinti Deyá, nuestra Maestra Vida, y ante Alexis Massol, el padre adoptivo que a muchos nos ha regalado el destino- para durante esta mañana correr el velo de losAmores que luchan, la obra que ha motivado este junte. Y para aplaudir a los Amores que luchan,: a ustedes y a todos los protagonistas que dieron sentido a cada una de sus páginas.
Amores que luchan, un hermoso título. Profundo hasta en su significado. Pero antes de adentrarnos en él, les pido un minuto para un privilegio personal... para agradecer a Ediciones Callejón por haber salido al rescate de lo que me queda de sanidad mental.
Y lo expreso NO en el sentido figurado. Lo expreso sin ambages, porque el mismo adjunteño que me envió el persuasivo mensaje de texto también me agarró un día, desprevenido, en un local playero de Ponce, para entregarme un mamotreto y decirme: “Toma Omar. Este es mi libro del gasoducto... y tú serás el editor”.
Como verán, el nene de Tinti y Alexis es INSISTENTE y REINCIDENTE.
Ese suceso ocurrió el 25 de octubre de 2013, hace casi cinco años. Olvidé ya cuántas veces le expliqué que el editor de un periódico no es lo mismo que el editor de un libro y que en mis manos su voluminosa obra se exponía a una conversión... que la comprimiría... a tres hojas con 1,500 palabras.
Por fortuna, me hizo caso, lo que en sí ya puede considerarse un milagro.
Y como tantas veces he pregonado en la vida: Nada es casual. Todo es causal, Arturo. El tiempo transcurrido desde entonces no solo se alió contigo para mejorar dramáticamente el contenido de este valioso testamento, sino que además allanó el camino para que mentes ilustradas como las de Mari Mari Narváez y Eduardo Lalo impregnaran su aliento a cada uno de los nueve capítulos.
A Mari y a Eduardo, gracias. Estoy en deuda con ambos.
Amores que luchan
No puedo evitarlo. Cada vez que repito esta frase y reflexiono en la lectura de este intenso y detallado libro, me inundan sentimientos encontrados.
Siento indignación y regocijo. Revivo rabia y alegrías. Cruzo de la condena a la salvación: pasiones que durante más de dos años avasallaron al corazón de Casa Pueblo y a las almas de mucha, mucha gente que observó con ira cómo la administración del exgobernador Luis Fortuño Burset armaba un descomunal fiasco para “bajar el costo de la electricidad” y salvar la enconomía del país... con un tubo sin gas.
Una Vía Verde que pretendía crear una cicatriz de 92 millas de largo y 150 pies de ancho a lo largo de bosques entre el sur y norte del país, a cambio de una Vía a los Verdes: una factura de hasta 1,200 millones de dólares que, a su vez, cobraría un selecto grupo de consultores y allegados del exgobernador, contratados antes de que la propuesta se divulgara en el pueblo de Manatí, el 9 de agosto del año 2010.
Los descabellados argumentos a favor del proyecto fueron desmentidos con prueba científica tan pronto como ocho días después del anuncio. De hecho, el primer pronunciamiento que impugnó su validez salió de aquí, precisamente de este mismo espacio, el 17 de agosto de 2010. Hace exactamente ocho años y un día. Nada es casual. Todo es causal. Hoy estamos de nuevo aquí.
Este revelador informe fue elaborado por la Comisión Técnica y Científica de Casa Pueblo, el comité que encarnaron Edgardo González, Alexis Dragoni, Johanna Delgado y Gerson Beauchamp, además de Tinti y Alexis. Pero fue Gerson quien con ardid matemático probó laimposibilidad de que a EcoEléctrica le sobrara materia prima para el gasoducto, un dato puntual que meses más tarde fue confirmado en entrevista por el propio copresidente de la empresa, Jaime Sanabria Hernández.
Casa Pueblo lo probó y el tiempo lo confirmó.
Aquella Vía a los Verdes era un gasoducto sin gas, con costos de deuda y operación tan elevados que se comían cualquier posible economía de la materia prima. Pero peor aún, para esta farsa el gobierno era capaz de ultrajar irremediablemente áreas sensitivas de zona cársica, así como cientos de cuencas hidrográficas, además de los ríos Tallaboa, Tanamá, Cibuco, Caguana, Indio, Pellejas, Grande de Manatí y la Plata, entre otros recursos invaluables para la permanencia y la superviviencia de millones de puertorriqueños.
Como nos recuerda Arturo en su más reciente obra, aun así, Fortuño y su cartel insistieron en este absurdo, a fuerza de una millonaria propaganda costeada con fondos públicos, con la ayuda de cómplices en medios de des-información masiva y reiteradas falsas representaciones ante reguladores locales y federales.
De hecho, los esfuerzos por ocultar y manipular datos y estadísticas -que requerían entidades como el Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos- no pudieron ser más contundentes ni burdos.
Aun así, los descubrimos, aun así los revelamos y delatamos gracias, en inmensa medida, a la crucial intervención del congresista Luis Gutiérrez Olmedo.
Mediante el recurso del Freedom of Information Act, su oficina le requirió al Cuerpo de Ingenieros que hiciera entrega de todos los documentos vinculados al expediente del caso, y con ellos en la palestra se abrió la Caja de Pandora que algunos escondían celosamente.
Fue así como cientos de comunicaciones escritas entre funcionarios federales, funcionarios locales, asesores y contratistas vieron la luz que la desvergüenza y la corrupción intentaban apagar.
Para desgracia de ellos, estuvieron disponibles durante meses en la página oficial del Congresista y nosotros podíamos “peinar” cada expediente a diario, con lo cual develamos más de un escándalo y el grado de manipulación del proceso.
Las conspiraciones de palacio, sin embargo, no amainaron, como magistralmente nos describe Arturo en el octavo y noveno capítulo de este trabajo. Con toda certeza, los más reveladores y perturbadores de su obra.
Pero ni siquiera ese complot pudo con los Amores que luchan.
Fueron los rostros y voces de las mujeres y hombres de la montaña... de las sierras entre Ponce, Peñuelas, Adjuntas, Utuado y Arecibo quienes, en un abrir y cerrar de ojos, levantaron la más poderosa retranca contra la glotonería y el desdén de unos ebrios de poder.
Esas víctimas inocentes de la terquedad y la apatía gubernamental eran para estos tecnócratas meros números en un proceso de expropiación de terrenos que extirpaba la paz de sus vidas y provocaba desesperación e impotencia.
Pero como tantas veces advirtió Alexis, los burócratas obviaron algo: su eufemístico “ducto de gas” no solo desposeía a cientos de familias en su trayecto de Peñuelas a San Juan. Con este acto de prepotencia, se estaban metiendo con la primera línea de fuego de la reserva moral puertorriqueña, con gente intrínsecamente honorable que debe su vida a la Tierra y está dispuesta a sacrificarla por ella.
Boricuas como el agricultor Luis Guzmán Meléndez, la enfermera retirada Marta Ocasio Borrero, el educador Arístides Rodríguez Rivera y el empresario Gustavo Casalduc Torres lo reafirmaron, con palabra y con hechos.
Recuerdo con perfecta claridad el instante en que estreché la mano para saludar a Luis Guzmán. Subía una pendiente de su finca en el barrio Río Abajo de Utuado, con un machete en mano. Interrumpía su jornada para recibirnos y contarnos su desgracia: que una amañada Declaración de Emergencia Energética y una orden del Tribunal de Primera Instancia de San Juan querían desposeerlo de una parte de sus tierras agrícolas -a cambio $34 dólares-. Todo para enterrar allí una sección del gasoducto sin gas.
Don Luis sabía a lo que se exponía, no por la sentencia judicial, sino por el potencial daño a su finca, ya que décadas atrás había trabajado como obrero en la contrucción del Gasoducto de San Bruno, California. Sabía además que la maquinaria necesaria y la cicatriz que dejarían las obras destruirían el principal manantial de su comunidad.
“Y sin agua, ¿qué nos vamos a hacer?” cuestionó con ironía. “Yo no sé hacer otra cosa que sembrar la tierra”, nos insistió. Por lo tanto, ya estaba claro y dispuesto a pelear como fuera, porque don Luis ya era otro de los Amores que luchan.
El testimonio más conmovedor de esta experiencia, sin embargo, provino de alquien más cercano. Tan cercano como presente. Llegó en la persona de Alexis Massol.
Ocurrió el viernes, 2 de septiembre de 2011, el día en que se montaría en un avión con rumbo a Washington. No para aceptar otro Premio Goldman sino para defender y reiterar los principios que le merecieron el prestigioso galardón, nueve años antes.
Hoy lo puedo decir, don Alexis. Su mirada me preocupó pero su testimonio me estremeció. Sabía que salía con dolor de su patria geográfica a enfrentar lo desconocido pero su fundamento era sólido, contundente y patriótico.
“Si lo que resta es hacer desobediencia civil”, nos comentó con verbo diáfano, “hay que empezar por dar el ejemplo”.
Y como todos recordarán, Alexis lo hizo, igual que lo harían los Amores que luchan.
Como detalla Arturo en su revelador relato, junto a David Galarza y Carlos de León, miembros fundadores de Nueva York Contra el Gasoducto, Alexis y Arturo enfilaron el sábado 3 de septiembre hacia la Plaza Lafayette para sumarse a las masivas protestas contra el Oleoducto Keystone y ser arrestados por desobediencia civil frente a la Casa Blanca. No sin antes, Alexis pronunciarse como orador invitado de la multitud, no sin antes presentar su solidaridad a los pueblos originarios de esa nación y no sin antes denunciar públicamente la amenaza que representa para ambos pueblos la insensatez y avaricia del capitalismo desenfrenado.
“Llegó la hora de que los héroes y heroínas de Puerto Rico se motiven a salvar nuestras aguas, nuestros bosques y nuestra gente”, proclamó Alexis antes de ser arrestado. “Ahora es momento de desarrollar acciones y sacrificios que, con creatividad, abonen a definir la defensa de nuestra patria geográfica”.
Estos sí son Amores que luchan. Y por ellos, y para ellos, nuestro respeto y gratitud.
Como ya han escuchado, durante esta mañana he reiterado que Nada es casual. Todo es causal. Y por eso, estoy a punto de concluir que esta presentación, en este día particular, es otra conspiración del destino.
Este libro lleva años esperando entre hojas de papel y memorias de computadoras. Incluso, lleva años esperando por un editor que se desvele a cualquier hora.
Pero es justo cuando la colonia queda al desnudo, cuando una Junta de Control Fiscal extranjera reclama absoluto poder sobre ella, cuando a nuestras espaldas se forja el marco regulatorio que primará durante la privatización de la Autoridad de Energía Eléctrica y desde allí nos adelantan sin consulta que nuestras escasas riquezas ya no se gastarán en petróleo, sino en el gas que no tenemos, en el gas que esfumará los fondos para nuestra insurrección energética, JUSTO AHORA, llega a nuestras manos esta crónica del pasado, esta lección del tiempo y lucero a la autosuficiencia.
La desesperanza ya se pasea por las calles. Y el precio de no actuar ahora es altísimo: como poco, sería para todos una omisión irresponsable. Permitirnos el fatalismo y la resignación -ante lo que nos ocurre y nos espera- sería un acto tan indulgente como la complacencia que permitió que las cosas llegaran a este punto de desasosiego.
Tenemos en este desprendido testamento de Arturo una hoja de ruta, un referente curado de errores. Ya sabemos quién es el enemigo... y no somos nosotros.
Mi exhortación es a que abracemos sus enseñanzas, su cátedra, y convirtamos sus lecciones en referente, en recordatorio vivo de lo que somos capaces cuando unidos defendemos nuestras tierras, nuestras aguas y nuestros bosques. Porque cuando lo hacemos también defendemos nuestro aliento y nuestras vidas. Porque cuando lo hacemos, nos convertimos en los Amores que luchan.
Nuestros problemas necesitan soluciones, no demagogia. Y tanto esta obra como Casa Pueblo, las tienen. Incluso, Casa Pueblo las obsequia, a todos, esperando solo dos cosas a cambio. Que despertemos, que despertemos a esta extraordinaria lección, y que reproduzcamos ese aprendizaje de la misma manera a nuestros hermanos de la Isla y el mundo: de forma patriótica y desprendida.
Gracias a Arturo por este libro, a todos por su atención, y gloria a los Amores que luchan.
Presentación del libro Amores que luchan el pasado 18 de agosto en Casa Pueblo de Adjuntas. Alfonso es periodista y dirige el semanario La Perla del Sur.